La verdad: la gran quimera de los mortales con múltiples caras
REFLEXIÓN SEMANAL 18/12-24/12/2017
¿Es posible que una circunferencia englobe a otra circunferencia y que a su vez esté en el interior de esta última? ¿O que una caja esté dentro de otra caja y ésta a su vez encierre a la primera? La respuesta, aunque parezca de locos, es que sí. De hecho, es una dinámica tan común que todo nuestro universo funciona de esta manera, a la que los humanos lo hemos etiquetado como dinámica toroidal. Tanto es así que el universo, a nivel macro y micro, es una fábrica de toroides. Aún más: el toroide no es más que la propia respiración del universo.
¿Es posible que una circunferencia englobe a otra circunferencia y que a su vez esté en el interior de esta última? ¿O que una caja esté dentro de otra caja y ésta a su vez encierre a la primera? La respuesta, aunque parezca de locos, es que sí. De hecho, es una dinámica tan común que todo nuestro universo funciona de esta manera, a la que los humanos lo hemos etiquetado como dinámica toroidal. Tanto es así que el universo, a nivel macro y micro, es una fábrica de toroides. Aún más: el toroide no es más que la propia respiración del universo.
Si el universo juega con este complejo
sistema energético-geométrico con el que crea realidades múltiples,
a la hora de determinar el concepto de verdad de una circunstancia o
situación, ¿cuál es la verdad? ¿Aquella que engloba otra verdad?
¿Aquella que se haya dentro de la verdad global? ¿O aquella que
engloba otra verdad y que a su vez está incluida dentro de esta
verdad?
La respuesta es obvia bajo el teorema
toroidal: las tres opciones son verdad, pero su percepción subjetiva
como tal dependerá del lugar de referencia del observador que
realiza el juicio de valores de la circunstancia o situación en
concreto.
Visto lo expuesto, queda claro que la
verdad es un enjuiciamiento subjetivo y por tanto relativo. Es por
ello que los hombres sabios siempre nos recuerdan que la verdad se
encuentra en el punto medio de dos concepciones de una misma
realidad. No obstante, el resto de mortales, mucho menos sabios,
concebimos la verdad según el volumen de adeptos que conseguimos a
la descripción subjetiva de una realidad acontecida –que acaba
desvirtuándose de su origen de tanto recrearla- (cuántos más
seguidores de tu verdad tienes, más verdad es tu verdad, aunque no
sea cierta); y a la capacidad pulmonar en vociferarla y hacer ruido
social con ella –en algunos casos, por necesidad patológica de
retroalimentarse con emociones tóxicas en personas con estados
desequilibrados- (cuánto más gritas, más verdad es tu verdad,
aunque sea un saco de sinrazones). Mientras que ya en el plano
plenamente jurídico, la verdad, como trofeo a conseguir, acaba
reduciéndose a la capacidad y maniobrabilidad de recursos
económico-legales de los implicados, como en toda batalla.
No obstante, con independencia de quién
gane la contienda social en este teatro que es la vida sobre el
derecho al título de la verdad de un acontecimiento, la verdad en el
reino de los hombres se asemeja al dios romano Jano de las dos caras
mirando hacia ambos lados de su perfil, ya que Jano es el dios de los
comienzos y de los finales. Y es que, en definitiva, la verdad,
cuando se presenta en el mundo de los mortales, siempre es un punto y
aparte donde algo viejo concluye y algo nuevo se inicia. Una muerte y
un nacimiento simbólico de una singularidad en la dinámica toroidal
sin fin de nuestra vida.
Así pues, ignoremos la verdad social,
quedémonos con nuestra verdad personal, y vivamos la vida como
podamos.
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Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano
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