El tiempo de la mente funciona diferente al tiempo del reloj
REFLEXIÓN SEMANAL 12/02-18/02/18
Siempre pensamos en el
continuo espacio-tiempo desde una perspectiva física pautada por los
relojes y, de manera derivada, por los horarios de nuestra rutina
diaria, e incluso por la programación de la televisión (si hacen
tal programa sabemos que es por la mañana, si hacen tal otro por la
noche sabemos que ha transcurrido ya el día).
Un continuo
espacio-tiempo que conocemos, gracias a la teoría de la relatividad
de Einstein, que no es absoluto sino relativo, aunque en nuestras
vidas cotidianas no lo percibimos en el mundo físico, más allá de
la dilatación del tiempo que se produce a escala de segundos cuando
viajamos en avión, o cuando los relojes de los ordenadores se
sincronizan vía satélite con su correspondiente reajuste, o bien
cuando escuchamos desde la Tierra un tic-tac más lento desde la
Estación Espacial Internacional. Una dilatación del tiempo que
genera mayores diferencias a mayor velocidad y gravedad entre
observadores de un mismo reloj. Pero claro, en la Tierra no hay
diferencias de velocidad y gravedad sustanciales para el conjunto de
personas, por lo que físicamente el espacio-tiempo se comporta como
un sistema continuo y común para todos.
No obstante, junto al
espacio-tiempo físico, también existe el espacio-tiempo
neurológico. Mientras el primero se muestra continuo, el segundo se
nos muestra discontinuo e incluso múltiple.
Está claro que las
neuronas, por estar formadas por materia física (amoniaco y carbono,
principalmente), se desarrollan en un espacio temporal continuo donde
nacen y mueren, lo cual tiene una incidencia crucial para la vida de
una persona. Pero no es menos cierto que dichas neuronas (cuya
actividad se manifiesta mediante un campo electromagnético, del que
sabemos muy poco) crean una dimensión alternativa donde el
espacio-tiempo es de todo menos continuo, lo cual también tiene una
incidencia directa importantísima para la vida de toda persona.
Si algún rasgo
caracteriza al espacio-tiempo neuronal es, justamente, su fácil
manejo de la dilatación del tiempo, no solo pudiendo hacer que el
tiempo vaya más lento o más deprisa a la percepción de una persona
-¿quién no lo ha experimentado?-; sino incluso rompiendo
constantemente la continuidad del espacio-tiempo trayendo tiempos
pasados o futuros al momento presente, o anclando a la persona de
manera continua a un pasado inexistente (como en el caso de
depresiones, shocks, alzheimer o demencias seniles), o lanzándola a
vivir continuamente en el futuro (como en el caso de personas
hiperactivas, estresadas o adictos por el trabajo, por poner algunos
ejemplos), o haciéndola vivir en un bucle del tiempo (como en casos
de paramnesia aguda generada por ansiedad). Y todas estas
fluctuaciones temporales posibles combinándose continuamente y de
mil maneras diferentes a lo largo de un día “normal” en la vida
de cualquier persona “mentalmente sana”, donde el espacio-tiempo
neuronal afecta de manera directa e indiscutible a su espacio-tiempo
físico.
Pero la mente no solo
rompe constantemente el continuo espacio-tiempo, como quien juega
convulsivamente al tetris, sino que además está en su naturaleza
crear múltiples líneas espacio-temporales paralelas,
complementarias, divergentes, superpuestas e incluso imposibles, al
igual que diferentes caminos de gusano en una misma maceta poliédrica
y fractal, para diferentes aspectos relevantes de nuestra vida. Un
multiverso temporal más propio del estudio de los sistemas
neuroatómicos de la cuántica, que del resto de campos de
investigación de la física.
Y, en toda esta locura de
múltiples espacio-temporales neuronales discontinuos, de vez en
cuando miramos tímidamente nuestro reflejo en el espejo del baño o
hacemos una ojeada condescendiente a nuestro reloj de pulsera para
imbuirnos de una pizca de cordura con la finitud de la dimensión
física, en un universo donde nada se destruye, sino que todo se
recicla y transforma. Incluso el espacio-tiempo, en cualquiera de sus
manifestaciones.
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Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano
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