Superarse o sobrevivir, ¿por qué opción se decanta tu mente?


REFLEXIÓN SEMANAL 18-24/06/18
Aunque nos parezca extraño, la naturaleza de nuestra mente no busca mejorar, sino tan solo sobrevivir. Es por ello que la tendencia natural del conjunto de las personas es, en primera instancia, rechazar o desviar la atención de una nueva idea que pueda poner en duda nuestras creencias, pues el cerebro humano no quiere salirse de la zona de confort donde se encuentra nuestro propio concepto de la realidad, hasta el punto no solo de cambiar mentalmente lo que no nos gusta, sino incluso de eliminar de nuestra memoria consciente todo aquello que nos produce dolor. He aquí que haya personas que viven el presente desde un reseteo continuo de su memoria del pasado, recordando prácticamente solo aquello que les es soportable o agradable, y olvidando todas aquellas experiencias que les pudieran haber producido algún tipo de trauma personal.

Pero, ¿si eliminamos de nuestra mente consciente la memoria de nuestro pasado, sobre qué creencias fundamentamos nuestra identidad? Pues sobre aquellas que queremos creernos. Es decir, sobre la construcción de nuestras propias mentiras, aquellas que justamente se ajustan a nuestra nueva versión de la realidad. Ya que cuando una persona se repite de manera sostenible en el tiempo una mentira, las células neuronales crean un patrón reiterado de pensamiento que acaba convirtiéndose en una nueva conexión neuronal permanente pasando a formar parte del concepto de identidad de la persona. Una solución al problema de coherencia interna entre realidad y hechos que forma parte del proceso que los psicólogos denominan disonancia cognitiva, y que es común al conjunto de las personas pues forma parte de la propia naturaleza del cerebro humano. Por lo que podemos decir que las personas nos reinventamos continuamente a nivel mental por supervivencia del propio cerebro, y sobre la base de la búsqueda de la opción más cómoda en concordancia con la realidad que nos toca vivir en cada momento de nuestra existencia, pues el cerebro no busca la verdad sino tan solo sobrevivir.

Así pues, si nuestra tendencia natural es rechazar las ideas nuevas que no se acomodan al confort mental de nuestra realidad, incluso rellenado con mentiras aquellos paquetes de memoria que eliminamos a discreción, ¿cómo podemos ya no solo innovar, sino incluso alcanzar la verdad de las cosas?. La respuesta se haya en un acto tan simple, pero no exento de dificultad, como es abrir la mente; que no es otra capacidad que la de mover a voluntad nuestras redes neuronales para dar cabida, a la luz de la conciencia de la lógica, a nuevas ideas aunque éstas sean contrarias, a primera instancia, a nuestra coherencia interna respecto al concepto personal del mundo que tenemos.

He aquí la diferencia sustancial entre una mente que se supera y otra que sobrevive. La mente que sobrevive acciona desde el instinto de supervivencia de su zona de confort, defendiendo sus ideas preconcebidas de la realidad aunque estén basadas en una automentira, exenta del compromiso con el crecimiento y desarrollo personal, celosa de modificar su patrón de conexión neuronal establecido, y manifestándose como una mente cerrada. Mientras que la mente que se supera acciona desde la lógica del pensamiento crítico fuera de la zona de confort, integrando nuevas ideas de la realidad desde una consciencia despierta y curiosa, firmemente comprometida con el crecimiento y el desarrollo personal -y por extensión, social-, inquieta por mover su patrón de conexión neuronal, y manifestándose como una mente abierta.

Con independencia de la tendencia innata del cerebro de cada persona en superarse o sobrevivir bajo criterios de determinismo biológico, cuyas excepciones confirman la regla, la cultura juega un papel relevante. Pues es justamente el determinismo ambiental el que puede reforzar la dinámica natural del cerebro en sobrevivir o, por lo contrario, promover una cultura de la superación personal, haciendo personas más libres como individuos cognicientes.

Lo cierto es que la vorágine de modelo de sociedad que hemos creado basado en la innovación continua como energía motriz de evolución, en un esquema social altamente competitivo a nivel global, favorece la promoción de la cultura de la superación mental por necesidad de sostenibilidad del propio sistema. Por lo que aquellas personas con cerebros que buscan tan solo sobrevivir van a quedar relegados al ostracismo, lo cual representa o bien la marginación social para colectivos vulnerables o bien el aislamiento en pequeñas burbujas sociales para colectivos más privilegiados, una diferencia de status quo marcado principalmente por la variable de la renta por capital (que no de trabajo). La parte positiva es que si existe algún órgano de nuestra biología humana reseteable éste es el cerebro, por lo que de nosotros depende, en un entorno profundamente innovador, optar por superarnos o sobrevivir mentalmente. Que cada cual, en plena facultad de sus capacidades intelectuales, elija desde el libre albedrío. Y si no, siempre nos queda la vía del autoengaño.
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Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano


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